lunes, 10 de noviembre de 2008

comentario de "Macario"por Ruben Alania


La ofrenda de los muertos en México, tiene lazos que unen la concepción cristina y los valores precolombinos. Ese sincretismo hace del día de los muertos una celebración mística, que trasciende la religión y el folklore. Ese es el contexto en el que se desarrolla la historia de Macario, un indígena en los albores de la época virreinal en México.

La película es una joya de la época de oro del cine mexicano (1960). La historia no escapa a los cánones artísticos por lo que el contenido social es impostado, Macario es un indígena más visto por los ojos distantes del cine mexicano que pretende comprenderlos y retratarlos, resumiéndolo al rol estereotipado de indígena triste, ingenuo y algo bruto. En Macario es posible encontrar grandes similitudes con el cine y la literatura temática andina en el Perú.
Hasta allí Macario podría ser una película más, el indio triste golpeado por el destino. Pero entonces la película da un giro, la historia se torna fantástica, el hambre del pobre es tan solo el recurrente para introducirnos en una serie de eventos surreales, visto desde los ojos de un indígena que se atreve a filosofar sobre el mal, dios y la muerte, hermoso atrevimiento, con diálogos y frases inmortales.
Roberto Gabaldón (Director), elevó a Macario, al pináculo de lo mejor de cinematografía universal, Macario es una película que gusta, que encanta, en la hora y media de proyección nos sumerge en esa forma única que tiene de ver a la muerte los mesoamericanos; la muerte es inevitable entonces hay que convivir con ella, hay que reinos con ella, siempre con ingenio y creatividad.
Gabaldón reafirma importancia de elegir a los actores adecuados; es así que Macario nos presenta la imponente la actuación de Ignacio López Tarso, con una personalidad que se impone en la pantalla, hace el complemento perfecto Pina Pellicer, en el rol de esposa, personaje importante que es el soporte de la historia.

Imposible dejar de resaltar la impecable fotografía de Gabriel Figueroa (Director de Fotografía), otro grande de la cinematografía mexicana; aún quedan en mi las bellísimas las tomas en la gruta, el claroscuro, la bruma al ras del suelo y las velas con una perspectiva se pierde en el infinito.

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